Arianwyn falla su examen final en
la escuela de brujería, así que se queda con su humillante título de “Aprendiz
de bruja”. Además la destinan al pueblo de Llull, donde debe ayudar a sus
habitantes con sus problemas mágicos.
Justo cuando Arianwyn empieza a
sentirse cómoda, ocurre lo peor. Su mayor enemiga de la escuela, Gimma, se muda al pueblo y pone su vida de cabeza.
Por si eso fuera poco, una
extraña oscuridad empieza a interferir en sus hechizos, y la aprendiz de bruja
se da cuenta de que el peligro es más real que nunca.
“Arianwyn cerró los ojos y respiró profunda y regularmente mientras se formaba una representación mental de todos los glíficos a la vez.En un lugar cercano se produjo un débil impulso mágico que fluyó hacia ella y le hizo sentir un suave hormigueo al entrar en contacto con su piel. Notó la presión del frío metal de la varita sobre la palma de su mano”.
Antes de empezar la reseña os voy
a pedir que apreciéis la preciosidad de portada que tiene este libro ¡Incluso
parece un libro de hechizos de verdad!
En cuanto a qué me pareció el
libro debo decir que me encantó. Yo soy muy fan de los libros sobre magia,
hechiceros y brujas con nombres raros; así que con este me quedé muy contenta.
La protagonista, Arianwyn ( Yo la
llamaba Wyn para no enrollarme) no para de meterse en problemas, y no
exactamente porque los busque, ellos la encuentran. Bastante tuvo con suspender
su examen final de brujería, sino que encima debe convivir con su peor enemiga.
En Arianwyn encontré una
protagonista genial. Decidida a cumplir sus objetivos, bondadosa, dulce y buena
amiga. Pero debo decir que todos los personajes del libro están súper
trabajados. Su amiga Salle (Que es un encanto), Gimma (Que es tan insoportable
que no puedes no-odiarla), el alcalde (Que me desesperaba un poco), su abuela,
Estar y una larga lista de seres mágicos y humanos.
El sistema de magia que creó el
autor me parece muy interesante, se trata de unos símbolos llamados glíficos.
Cada uno tiene un poder diferente y unos nombres algo extraños. A mí me recordaron
un poco a las runas de Cazadores de Sombras, sólo que las brujas de este libro
no las llevan de tatuaje.
El autor escribe la vida de
Arianwyn de forma ágil, puedes imaginar perfectamente todas las escenas, algo
que a mí me gusta mucho.
Lo único es que a veces el ritmo
resultaba algo lento, sólo en los capítulos finales se dio el fenómeno llamado
“Deboramiento extremo del libro”. Eso sí, el final me pareció perfecto, demuestra la
valentía de Arianwyn y deja abiertas muchas posibilidades para el resto de
libros de la saga.
Creo que lo que más disfruté del la novela fueron los pequeños detalles que incluyó el autor y que te meten aún más
en el mundo de las brujas: En prácticamente todos los capítulos vienen
fragmentos del “Manual de la aprendiz de bruja” y al final del libro hay un
glosario de glíficos para que te enteres mejor de todo.
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